HERMOSO PRIVILEGIO, GRAN RESPONSABILIDAD.
Es fundamental que todo creyente que sirva al Señor en la música sepa apreciar y valorar ese hermoso y grandísimo privilegio; siendo más que agradecido con Dios por ello. Y que, a la vez, esté realmente consciente de la enorme responsabilidad que Dios ha depositado en él, como ministro del altar.
Bien reza un decir popular: “No protegemos aquello que no amamos; no amamos lo que no comprendemos, y no comprendemos aquello que no conocemos”. Por eso, si vamos a apreciar, amar y cuidar, el ministerio de la alabanza y la adoración a Dios, primero debemos tener una real conciencia de qué es lo que Dios ha puesto en nuestras manos. Veamos un poco al respecto: