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junio 12, 2010

LIBRO DE LOS SALMOS, EL CANCIONERO DE LA BIBLIA

EL CANCIONERO DE LA BIBLIA
Al darle un vistazo a la música dentro de las Escrituras, podemos ver que muchas de las veces que se hace alusión a la alabanza y adoración a Dios, aparece implicado en ello un canto o música.
          Es más, un libro completo de la Biblia y, precisamente aquel de mayor extensión y que más capítulos tiene (me refiero a los Salmos), es una preciosa colección de composiciones poéticas en verso, diseñadas primordialmente con el propósito de que pudieran ser interpretadas a través del canto y la música en los tiempos del antiguo Israel.
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          También, en medio de algunos de los libros de la Palabra de Dios, que están escritos en prosa, encontramos ciertos segmentos o aún capítulos completos que insertan algún canto a Dios, tal como el conocido Cántico de Moisés y María, en Éxodo 15.

LOS SALMOS:
Los Salmos contenían la letra de los cantos a los cuales se les ponía música.
          Originalmente, en el idioma en que fueron escritos los Salmos, sus versos reflejaban una hermosa cadencia poética, la cual se pierde al ser traducida a otros idiomas.
De acuerdo a sus títulos, la mayoría de los Salmos (es decir, 96 de los 150 Salmos) fueron compuestos por varones que tuvieron una estrecha relación con el ambiente musical y la alabanza a Dios de su época.
          Por ejemplo, David conocido como “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1) es el autor comprobado de 73 salmos; o sea, prácticamente, de la mitad de ellos. Asaf, uno de los tres principales en la música designados por David (1 Crónicas 25:1), compuso 12 salmos. Los hijos de Coré, cuyo don también era la música, compusieron 11 salmos. Entre otros de los autores de algunos de los Salmos tenemos a Salomón, Moisés y Etán. De otros 50 Salmos no se menciona su autor. Algunos estudiosos han atribuido a Hageo y Zacarías la paternidad o autoría de 5 de esos salmos.
          Algo que me gusta del libro de los Salmos es que, a lo largo de sus diversas composiciones allí plasmadas, se nos muestra, no a siervos de Dios “súper espirituales” que viven o “flotan entre las nubes”, lejos de todo conflicto emocional o espiritual, sin sufrir las vicisitudes reales de la vida diaria. Muy por el contrario, los Salmos son expresiones sinceras de hombres que, aunque amaban y servían a Dios, eran personas comunes y corrientes, tan humanos como usted y como yo, que se enfrentaron a todo tipo de situaciones, sentimientos, pasiones y emociones. Es por eso que cualquier persona, en diferentes momentos de su vida, puede sentirse identificado con los escritos plasmados en los Salmos.
En los Salmos vemos reflejadas profundas verdades, expresadas todas a través de un estilo poético muy particular.
          Es que no todos los Salmos fueron escritos por sus autores reflejando en ellos solo alegría, gozo y paz, mientras éstos se hallaban “en las alturas”, espiritualmente hablando (es decir, solo cuando vivían sus mejores momentos). No es así.
          Gran parte de los Salmos fueron escritos mientras sus autores pasaban por “valles de sombras de muerte”; cuando se sentían en angustia y soledad; cuando eran afligidos y perseguidos por sus enemigos; cuando sentían su fe desmayar; cuando se hundían en el "pozo de la desesperación"; cuando su pecado los acusaba, y cuando llegaban a preguntarse “de dónde vendría su socorro”. Aún allí, en medio de la difícil situación que vivían, surgía siempre una luz de esperanza que, hoy por hoy nos hacer elevar nuestra alma al Señor cuando los leemos.
          Así, encontramos en los Salmos toda una gama de planteamientos y sentimientos; tales como oraciones de fe, expresiones de confianza en Dios en tiempos difíciles; peticiones de justicia y de auxilio; oraciones de arrepentimiento; así como también, algunos salmos históricos y mesiánicos (que predicen la venida y padecimientos del Mesías).
          Además muchos salmos son oraciones de acción de gracias a Dios y de alabanza jubilosa. Otra gran cantidad de Salmos tiene como tema principal reflejar muchas cualidades inherentes a la persona divina. Es decir, la grandeza, señorío, supremacía, magnificencia; poder, omnipotencia, nobleza, santidad; amor, misericordia, belleza de Dios. Expresamente son salmos de alabanza y adoración a Dios. Sea cual fuere el tema específico del Salmo, vemos que siempre, ya sea de manera directa o indirectamente, el Señor siempre es exaltado y reconocido como tal.
          El libro de los Salmos es, hoy por hoy, materia prima para una gran diversidad de cantos utilizados en el ámbito cristiano; los cuales toman incluso, literalmente, la letra de muchas de sus hermosas composiciones.
          Podría decirse en cierta forma, que el libro de los Salmos es el “Cancionero de la Biblia”.
          Me resulta interesante pensar que Dios dedicó un libro completo su Palabra (y precisamente, aquel de mayor extensión) para recopilar toda una colección de cantos para gloria de él y para bendición de nosotros. Y no creo que esto hubiese sido así, si nuestro Señor no le diera un lugar tan importante a la música, como medio de expresión de alabanza y adoración a él.
          Es que la música es un medio de comunicación que alcanza a donde las palabras no pueden llegar; es un lenguaje universal, el lenguaje del alma, que todos podemos comprender.
          La música, que es tan especial, es el medio o vehículo ideal para expresar ante Dios un acto tan sublime y personal como lo es el alabarle y adorarle. En realidad, para eso fue creada.
          Es que, si lo analizamos a la luz de la Biblia, nos daremos cuenta de que la música no fue inventada por el hombre, sino que fue creada por Dios mismo (Esto lo analizamos en otros artículos).

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