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febrero 13, 2010

DIOS NOS USA COMO SOMOS, según nuestro temperamento (1a Parte)

PERMITAMOS QUE DIOS NOS USE, TAL COMO SOMOS:
(CÓMO MINISTRAN LOS CANTANTES Y MÚSICOS, SEGÚN SU TEMPERAMENTO)
Sin importar el tipo de temperamento que tengamos, el Señor puede y quiere utilizarnos para su gloria en toda forma. Lo único que él requiere al respecto, por parte de nosotros, es nuestra disposición para servirle y para dejarnos moldear a su imagen. Cualquiera sea nuestro carácter, temperamento, personalidad o como queramos llamarle, Dios puede hacer en y a través de nosotros, grandes y hermosas cosas.
          El Señor se complace cuando nosotros, tal y como él nos hizo, somos dignos ejemplos de lo que es un hijo o una hija de Dios. Y añadido a eso, se complace en ver que le servimos de todo corazón y que ponemos a su servicio todos los dones, talentos y capacidades que él mismo nos ha dado. Todos tenemos defectos y debilidades, claro está. Pero lo importante es que ello no nos impida ni nos abstenga de entregarnos a Dios para servirle.
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          Como dijimos antes, podemos servir al Señor a través de los ministerios a los cuales él nos ha llamado, sacando partido de la forma en como somos naturalmente. Podemos observar ciertas generalidades en cuanto a los diversos temperamentos, puestos al servicio del Señor.
          Quisiera que viéramos a continuación un poco de los rasgos (según su temperamento), de los cantantes al ministrar; y de los músicos, así como sus interacciones dentro de una orquesta o grupo musical. Aunque, hago la salvedad, solamente nos referiremos en este caso, al tipo de temperamento dominante en una persona. Debemos tener presente que, en la práctica, ninguna persona tiene solo un tipo de temperamento, sino al menos, dos; y esto, en proporciones a veces disparejas.


1. LOS CANTANTES:
          Aunque esta no es una regla general ni infalible, sí podemos notar que la mayoría de los ministros de alabanza (especialmente tratándose de los cantantes), que más destacan entre los demás, suelen tener en su temperamento una esencia predominante de sanguíneos o de melancólicos. En el caso de los músicos, sí se destacan de todos los temperamentos.

1.LOS CANTANTES SANGUÍNEOS:
          Entre los  ministros de alabanza que son cantantes, los sanguíneos sobresalen por su carisma, espontaneidad, desinhibición, fogosidad y energía de interpretación.
          Son aquellos que con toda facilidad, pueden romper el hielo al pasar al frente de un escenario. Con solo pararse allí, sonreír o abrir su boca, irradian esa "chispa" que loga captar la atención del público, así como la anuencia de éstos ante prácticamente todo lo que el sanguíneo les diga. Así, la gente se mostrará casi siempre muy receptiva ante las personas de este temperamento. Y el sanguíneo muy bien que lo disfrutará, pues (aún sin percatarse conscientemente de ello), se siente como pez en el agua, cuando es el centro de atención.
          Como él mismo es el más motivado de todos, al sanguíneo le será fácil animar al público. Ni siquiera tiene que esforzarse para hacerlo, sino que le saldrá de manera natural. Dado que es extrovertido por naturaleza, pareciese que no se retrae ante casi nada. Él simplemente exteriorizará, sin más ni más, lo que va sintiendo en el momento (sin pasar a veces sus acciones y sus palabras por el "filtro" de la prudencia). Si no es cuidadoso al respecto, al estar ante un público, puede terminar hablando un poco de más y diciendo una que otra cosa, que mejor le hubiera sido guardársela para sí.
          También, tiene la facilidad de guiar a las masas. Pero, a diferencia del colérico (que los guía con verdadero liderazgo), al sanguíneo muchos lo seguirán por simple impulso y motivación momentánea, que quizás no siempre llevará todo el fundamento necesario como para que dicha motivación tenga continuidad y permanencia; ni para sí mismo, ni para con los demás.
          Pero todo lo bueno en exceso empalaga. Es decir, ya después de un largo rato de escuchar hablar a un sanguíneo, la mayoría de las personas llegarán a su "límite de absorción" de lo que pueden recibir de éste. Por eso, a fin de cuentas, le convendría al sanguíneo tener esto presente.
          Por otro lado, la sencillez y humildad no suelen ser los puntos fuertes de un sanguíneo. Por esto, los ministros de alabanza que tienen este tipo de temperamento deben ser, ellos mismos, sus propios fiscalizadores, en cuanto a no permitir que su ego crezca. Pues, seguramente al final de su interpretación, algunos se acercarán a él para elogiarle por "lo bien que cantó", o "lo bonito que los hizo sentir". Y no es que necesariamente tenga que ser el mejor cantante del mundo, sino que su carisma y dominio escénico habrán compensado cualquier falta de otra cosa (dentro del plano humano o natural; no así, en la dimensión espiritual, que ya es otra cosa muy distinta).
          Por eso, un sanguíneo (al igual que cualquier otra persona) debe tener siempre presente que todo lo bueno que pueda hacer, se lo debe al Señor. Y por eso, debe sinceramente entregar y poner ante los pies de Dios cualquier gloria que otras personas, equivocadamente (aún con buena intención) le den, como ministro de alabanza.
          Al respecto, todos deberíamos recordar como ejemplo la escena que se nos muestra en el libro de Apocalipsis, cuando los veinticuatro ancianos, sin guardarse ninguna gloria para sí, se quitan las coronas de su cabeza y las arrojan a los pies del Señor, que está sentado en su trono. (Apocalipsis 4:9-11).

2. LOS CANTANTES MELANCÓLICOS:
          Los melancólicos se destacan por la sensibilidad, dulzura, sinceridad, profundidad y a la vez, sencillez de su alabanza y adoración. Aunque, a diferencia diametral con el sanguíneo, el melancólico es por naturaleza introvertido, aún así no le es difícil conectarse con el público, dado su carácter afable y sociable.
           Como son personas con un alto grado de sensibilidad, esto les ayuda a "conectarse" con Dios a través de la alabanza y la adoración, quizás más fácilmente que otros temperamentos. Y siendo así, el melancólico puede igualmente transmitir ese sentir al público. Además, no tiene problemas en exteriorizar sus profundos sentimientos ante Dios, ni aunque esté delante de muchas personas.
          Es decir, su ministración se establece primeramente, como algo muy íntimo entre él mismo y Dios; que luego contagia y motiva a los demás a anhelar e involucrarse también en ese fluir de alabanza y adoración al Señor. En términos más simples, el melancólico pone el ejemplo con su propia persona de lo hermoso que es entrar en comunión con Dios. Entonces, podrá instar a los demás; y éstos querrán entonces llegar a alcanzar eso mismo.

          Aunque estén cantando ante una gran multitud, los melancólicos tienen la particularidad de transmitir cierto grado de individualidad e intimidad a la ministración,  como si estuvieran en ese momento a solas con Dios. Entonces, los presentes sienten un nexo muy personal con todo lo que emana de ese altar. Así, los ministros melancólicos son como una especie de "puente" o conexión entre Dios y el público.
          La ministración del melancólico no estará cargada de energía (como es el caso de los sanguíneos). Dado que el melancólico tiende a ser un eterno enamorado de Dios, su estilo de ministración estará cargado de emotividad; pero no se "moverá", en base a esta. Más bien, se establecerá en base al fundamento consciente de una relación de intimidad con Dios y de contemplación de su Persona Divina. Además, predominará en su ministración un espíritu de gratitud, humildad y dependencia para con Dios. Por eso, la ministración de un melancólico tenderá a llevar más profundidad.
          También, el melancolíco será, por naturaleza, más sensible a captar y seguir la voz de Dios en medio de su ministración. A pesar de que tiende a ser perfeccionista, si tiene que llegar a escoger entre la perfección de realizar una buena presentación, o dejarse llevar por el mover de Dios, el melancólico se inclinará por esto último. Aún y cuando esto signifique romper con los parámetros musicales planificados. Su prioridad será agradar a Dios y darle paso a que sea el Señor quien bendiga al pueblo.
          Y esto tiene que ver también con que el melancólico no anda buscando sobresalir ni controlar, como otros temperamentos; sino que tiende a ser sencillo y humilde. Por eso, no tiene problemas en cuanto a darle el primer lugar a Dios y entregarle a él la gloria por todo lo bueno que, al final, logre hacer.
          Respecto al comportamiento de los sanguíneos y los melancólicos en un escenario, podría decirse, en sentido figurado (y haciendo alusión al pasaje de Elías en la cueva), que los sanguíneos tienden a ministrar en "el terremoto"; mientras que los meláncolicos, en "el silbo apacible".
          Es decir, los sanguíneos tienen un estilo de ministración muy expresivo y motivacional, cargado de contagiosa energía y que irradia alegría; en donde las emociones juegan un papel muy importante. Los melancólicos, en cambio, se sienten más en libertad a través de un tipo de ministración en la cual predomina la expresividad hacia Dios, motivando a las personas a la introspectiva, hacia un espíritu de comunicación y gratitud al Señor; el cual lleve a la intimidad con él y a un acercamiento al Señor.
          Si usted fuese a asignar a un sanguíneo y a un melancólico para que dirijan el tiempo congregacional de alabanza y adoración a Dios en una iglesia, y les diese a escoger, para que uno de ellos se encargue de cantar las canciones rápidas o "movidas", y el otro, las lentas o más "suaves"; pues estoy más que segura que el sanguíneo optará por lo primero, mientras que el melancólico, por lo segundo.
          Tengamos en cuenta que Dios se manifiesta en distintas fascetas y también lo hará a través de nosotros, usándonos de distintas maneras; de acuerdo a nuestro temperamento o manera de ser particular.
          Es que Dios es genuino y verdadero. Asímismo, debemos nosotros ponernos al servicio del Señor, para que él nos use tal como somos, de manera genuina y natural.
          Aquellos cantantes que tienen un poco de ambos temperamentos (sanguíneo y melancólico), pareciesen poseer la dupleta perfecta para la ministración de alabanza. Pero mejor aún, si contasen además con la ecuanimidad propia del flemático (que balancea esta mezcla); así como con el empuje y fortaleza del colérico.

3. LOS CANTANTES COLÉRICOS:
          Los cantantes predominantemente coléricos se mueven más naturalmente dentro de un tipo de ministración enérgica e impulsiva (aunque no necesariamente emotiva), basada en una firme seguridad en Dios, en sus promesas y en el respaldo divino a  lo que hacen.
          Su ministración es quizás un tanto impredescible, pues no tienden a ceñirse a estándares preconcebidos; sino que más bien, siguen con arrojo lo que les parece mejor hacer en el momento.
          Los cantantes predominantemente coléricos, como personas prácticas que son, suelen sacar provecho del poder que implican la música y la alabanza a Dios, como armas poderosas; las cuales están dispuestos a usar en la guerra espiritual, para romper barreras y desatar ligaduras.
          A veces, son demasiado aguerridos, enérgicos y "explosivos" en su ministración. Y tal vez no a todos sus compañeros les sea fácil "seguirle el paso" en lo que van haciendo. Es decir, el colérico quizás vaya a mil kilómetros por hora, mientras que sus co-servidores todavía van a 100 por hora. Es que el colérico, de manera innata, tiende a ir siempre un paso adelante, más rápido que los demás.
          Ya que no es una persona dada al sentimentalismo, la ministración del colérico no estará "adornada" de emocionalismo (como la del sanguíneo); y mucho menos, de dulzura (como la del melancólico). Esa aparente "frialdad" en su ministración (en lo que a sensibilidad se refiere) no le ayuda al colérico a conseguir la receptividad del público; sino que incluso, puede llegar a obrar en su contra.
          El colérico intentará exhortar al público, solo que de una manera objetiva, más que subjetiva. Es decir, no apelará a las emociones ni a los sentimientos de la gente, sino a su raciocinio. Y en realidad, ninguno de los dos extremos son los correctos.
          Más bien debemos recordar que la ministración de alabanza y adoración a Dios se mueve en un plano, primeramente espiritual. Y este es el que tiene más poder y que tiene la facultad de pasar por encima de todas las demás cosas humanas. Aún así, no podemos desechar el hecho de que, ya que estamos tratando con personas, también la parte "natural" o humana que le imprime el cantante a la ministración, tendrá cierta influencia en todo esto.
          El colérico instará al público a "sacudirse el polvo" y a que tomen consciencia de la importancia y poder de alabar y adorar a Dios. Pero, aunque lo anterior tiene un muy sólido fundamento y es una gran verdad, no siempre logrará trasmitirlo a las personas de la mejor manera posible. A veces, al ver que eso no surge el efecto que hubiera deseado, le producirá cierto desagrado. Por lo cual tendrá que abstenerse de su impulso natural de querer regañar a la gente por, según él, no alabar a Dios como es debido. Debe cuidar de no levantar una mayor barrera entre él y el público.
          El colérico deberá tener muy presente que aunque es un líder innato y las personas querrán seguirlo, la conexión inicial con el público no es su punto fuerte. Por la fuerza, no logrará muchas cosas. Debe centrarse más en conectarse él mismo con Dios. Entonces podrá "invitar" a los demás a acercarse al Señor, si es que él mismo ya lo ha hecho primero. También le sería válido recordar que "se atrapan más moscas con miel, que con vinagre". Por tanto, no le sentaría mal tratar de ser un poco más comunicativo y mostrar más empatía por la gente. Recordemos lo que nos dice el Señor, que no es con fuerza ni ciencia, sino con su Espíritu que se logran las cosas. (Zacarías 4:6).
          Pero no todo es negativo al respecto. Recordemos que el colérico tiene mucho empuje, tenacidad y perseverancia. Por lo cual, si ha aprendido a apoyarse en Dios, podrá alcanzar grandes cosas en este ministerio. Su ministración se centrará más en el poder de Dios, buscando la manifestación de sus obras, maravillas y señales, en medio de la alabanza al Señor. Y seguramente que, dándole la preminencia a Dios, pues él mismo se encargará de hacer todo lo demás.
          A manera de conclusión en esto de los cantantes de temperamento predominantemente colérico, podría decir que hay ministros muy usados por Dios, en los cuales podemos ver que su aparente rudeza es compensada y suavizada con la sensibilidad propia del melancólico, como temperamento secundario. O en otros casos, toda esa impulsividad típicamente colérica no se desboca, pues llega a equilibrarse con la ecuanimidad del flemático, lo cual los hace personas muy estables.

4. LOS CANTANTES FLEMÁTICOS:
          Las personas predominantemente flemáticas suelen preferir no estar al frente de un escenario, pues no les agrada mucho ser el centro de atención.
          Por eso, no se sienten tan cómodos como cantantes principales. Quizás, les agrade más apoyar con su voz al cantante principal, pero simplemente como corista de fondo; nunca al frente. O bien, pueden preferir ser parte de un grupo coral numeroso, en donde, aunque estén cantando juntamente con los demás, pueden "camuflagearse" o "esconderse de las luces".
          Dado el caso de que deban dirigir un tiempo congregacional de alabanza y adoración, los flemáticos pueden ser muy centrados y equilibrados, sin perder el control de lo que hacen.
          Debido a su temperamento introvertido y notablemente pasivo, resultan en ocasiones algo "medidos" o "encapsulados" en cuanto a su tipo de ministración se refiere (algo que no siempre se corresponde con ciertas características que muchos tienden a considerar como parte del perfil "necesario" de un director de alabanzas).
          Aún así, su aparente falta de entusiasmo no tiene que ser impedimento para servir al Señor con sus talentos vocales. Si es una persona llena del Señor, ese temperamento pasivo, pero muy equilibrado, será precisamente, su punto fuerte en la ministración. El flemático no se dejará llevar de buenas a primeras por simples impulsos o euforia colectiva que pueden desencadenar en el desorden. Más bien, le dará paso al mover de Dios en la ministración, dentro del orden de Dios.
          Un flemático moldeado por el Señor y lleno de su Espíritu mostrará que no siempre es necesario brincar, gritar ni dar vueltas para ser usados por Dios de una manera eficaz. La ministración del flemático se enfocará más en la introspección y meditación en el Señor y en todas sus obras.
          Aunque la efusividad y la expresividad no sean características inherentes a este temperamento, un flemático también deber recordar en las Escrituras se nos habla repetidamente de alabar a Dios "con fuerte y alta voz", "con gritos de júbilo"; a dar "palmadas de aplauso", a "levantar las manos", a "entonar canción con alegría", etc. Es decir, no se nos dice en la Biblia que eso es solo para aquellos que por naturaleza son expresivos. Más bien, se nos exhorta a todos a hacerlo (independientemente de nuestro carácter innato).
          Por eso, todos los creyentes debemos poner empeño en rendirle honra y gloria a Dios con todas nuestras fuerzas y energía y en toda manera posible. No nos preocupemos, que el Señor no es nervioso, así que no se asustará por eso.



2. LOS COMPOSITORES:
          Los compositores más destacados dentro del ámbito cristiano resultan ser, a menudo, de temperamento predominantemente melancólico. Y de no ser este el tipo de temperamento predominante en el compositor, es bastante seguro que posea en su mezcla temperamental, cierto porcentaje de melancólico.
          Probablemente esto se deba a la riqueza de creatividad para las artes que, muchas veces, está presente en personas de este temperamento; así como a la facilidad para exteriorizar sus sentimientos, plasmándolos a través de una canción o pieza musical. Además, los melancólicos son bastante perfeccionistas, por lo que terminan elaborando una obra de gran calidad.
          Pero, recalco, esto no es una regla. También hay excelentes compositores y cantautores de todos los temperamentos.




3. LOS MÚSICOS:
          En cuanto a los músicos, podemos encontrarlos también de todos los temperamentos. En el ámbito cristiano hay notables músicos, de una diversidad de temperamentos.

1. LOS MÚSICOS COLÉRICOS:
          Aunque no podemos tomarlo como una regla general, sí es cierto que aquellos que tienen una buena dosis de coléricos, resultan ser músicos virtuosos (refiriéndome estrictamente al grado de profesionalismo, en lo que respecta a la ejecución de su instrumento). Quizás esto se deba, en parte, a su alto grado de eficiencia y a la perserverancia del colérico por alcanzar sus metas y por lograr lo que se propone.
          Tienen cierta fortaleza interior que se transimte a su alrededor. Esto a veces hace que los demás los perciban como personas imponentes; siendo que aún sin proponérselo, el colérico puede resultar algo intimidante y retrae a las personas de acercase a él. Si este colérico ha aprendido a dosificar ese aire autoritario innato, esta particularidad le dará gran presencia escénica.
          Los coléricos también pueden ser muy buenos llevando la batuta; es decir, como directores de orquesta o de grupos musicales o corales; ya que les encanta controlar y dictar las pautas para que las cosas se hagan bien.

2. LOS MÚSICOS MELANCÓLICOS:
          Los melancólicos, perfeccionistas por naturaleza, metódicos y organizados, también llegan a destacarse como músicos. Además, debido a su gran sesibilidad, les es fácil inyectarle alma y vida a sus interpretaciones.
          Aunado a ello, tienen la facilidad de "conectarse" con su público y de hacer que éste se identifique con ellos, debido a su carácter amigable y a su alto grado de empatía. Más que trasmitir melodías y armonías, los melancólicos tienen la capacidad de "entregarse" a sí mismos ante su público, pues "viven" y sienten a fondo cada interpretación. Más que solo música, los melancólicos transmiten vivencias, sentimientos y emociones.

3. LOS MÚSICOS SANGUÍNEOS:
          Los sanguíneos, si bien, adolescen de cierta auto-disciplina (la cual es fundamental para alcanzar la excelencia y sobresalir sobre los demás en el ramo de la música), también pueden llegar a ser buenos músicos. Esto, siempre y cuando se mantengan motivados e interesados en desarrollar sus talentos musicales. Su gran energía y su deseo innato de sobresalir, también les ayudan en esto.
          A la hora de ejecutar sus interpretaciones, resulta que su carisma, vivacidad, chispa y dominio escénico terminan por compensar todo lo demás. Y no es que sean malos músicos. Claro que no. También pueden ser muy buenos. Solo que su punto más fuerte es la pasión y energía que imprimen a su interpretación, entregando, en el momento, el todo por el todo. A los sanguíneos les resulta muy fácil captar la atención de su público, pues pueden tener gran presencia escénica y "llenan" el escenario. Son los clásicos "show-man".

4. LOS MÚSICOS FLEMÁTICOS:
          Como comentamos con anterioridad, los flemáticos prefieren el anonimato, en lugar de la preponderancia. Por eso, no les interesa mucho estar al frente de un escenario. Dado el caso de fungir como músicos, pueden pasar desapercibidos, haciendo lo que les agrada, pero sin la necesidad de tener que ser, forzosamente, el centro de atención.
          Así, los músicos flemáticos, si bien no nos parecen ser muy emotivos que digamos, no por ello dejan de ser buenos o incluso, excelentes músicos. Es que cuando realmente se interesan en algo y se proponen hacerlo bien, pueden llegar muy lejos, pues son personas sumamente capaces, eficientes y también centradas y pacientes.
          Su innato carácter balanceado y apacible, además de su gran tolerancia hacia los demás, les permiten funcionar perfectamente como parte de una orquesta o un grupo musical, cumpliendo el trabajo que se les encomienda, quieta y casi anónimamente.
          Nunca veremos a un flemático participar en la eterna disputa dentro de los grupos musicales; en la que el sanguíneo trata, a toda costa, de sobresalir y no muestra mucho respeto a la autoridad. El flemático tampoco será como el colérico, intentando controlar todo y a todos, sin importale lo que otros piensen al respecto. Y mucho menos veremos al flemático asumiendo el rol de incomprendido, ofendido o sub-valorado, como puede llegar a hacerlo el melancólico. Quizás, el mayor "pecado" de un flemático dentro de un grupo musical sea no mostrar toda la motivación que sus compañeros de grupo desearían ver.

          En fin, podríamos continuar aquí hablando mucho acerca de los diversos temperamentos y de cómo se compenetran dentro del ministerio de alabanza y la adoración a Dios.

          Mas, lo importante que quiero recalcar aquí es que el Señor quiere y puede usarnos tal como somos; específica y precisamente, de acuerdo a la forma en como él mismo nos creó.
          Y nos corresponde a nosotros dejarnos moldear por Dios y estar dispuestos a que él trabaje en nosotros, para que cumpla su propósito a cabalidad en nuestras vidas.
          Recordemos que el Señor nos hizo tal como somos y seguramente cuando nos creó, "vio que era bueno" lo que hizo.
          De la misma manera, Dios tiene planes y propósitos de bien para nuestras vidas, los cuales van acordes precisamente a esa forma en que él nos hizo, al tiempo en que nos hizo nacer y nos ha permitido vivir; así como también, acordes al sitio en donde vivimos y en donde estamos ahora.
          Y sé, con toda certeza, que tal como él es perfecto y todo lo que hace es perfecto, también lo son sus planes y caminos para nosotros.
"Todo (Dios) lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin."
Eclesiastés 3:11
          Así que, entreguémonos en las manos del Señor y dejémonos moldear por él, tal como el barro en las manos del alfarero, para que nos convierta en vasijas útiles, que puedan llegar a cumplir el cometido que él tiene preparado para nosotros, aún desde antes de nacer:
"Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas."
Efesios 2:10


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